59Recital_1.jpgAPERTURA DE LAS XXVIII JORNADAS HUMANÍSTICAS

Guillermo García Boix
Tiempos fascinantes






Antes que nada, me gustaría dar las gracias a Miguel Ángel y a Paco por darme la oportunidad de poder dar el pistoletazo de salida de esta XXVIIIª edición de las Jornadas humanísticas. Puedo aseguraos que no exagero si os digo que el estar aquí hoy dirigiéndome a vosotros es un auténtico privilegio, a la vez que soy perfectamente consciente de la responsabilidad que conlleva este encargo…

Si llegara el caso, solo os pido lo mismo que Puck, cuando presentaba el sueño de una noche de verano. “Si nosotros, vanas sombras, os hemos ofendido, pensad solo esto: que os habéis quedado aquí dormidos mientras han aparecido esas visones que os han atormentado. Y así,esta humilde ficción no tendrá sino la inconsistencia de un sueño”.

El público que tengo hoy frente a mí, y esto puedo decirlo ya desde el momento en que estoy escribiendo estas palabras, sé que no es un público cualquiera. En este salón de actos hay un grupo de chicos entre los 16 y 20 años, que han decidido que lo mejor que pueden hacer la última semana de agosto es reunirse en el pirineo aragonés con otros jóvenes a debatir sobre filosofía, analizar a los clásicos, declamar poesía, participar en un Cine-fórum o asistir a una serie de conferencias. Y además pagando por ello. Permitirme que os diga que soy unas personas un poquito peculiares, aunque quizás sea eso lo que más hace falta en este momento.

El título de esta sesión inicial es “Tiempos fascinantes”. Es un título tramposo ya que a primera vista podría parecer una oda al momento que nos ha tocado vivir, pero si acudimos a la RAE y buscamos la palabra “fascinación” vemos que la primera acepción es “engaño o alucinación” y creo que es un resumen acertado de la sociedad en la que vivimos hoy, una sociedad que a primera vista puede resultar atractiva, conciliadora e inclusiva, pero que si nos detenemos un instante nos daremos cuenta de que es solo una fachada, un engaño, una alucinación.

Disculpadme si da la sensación de que este discurso se está tornando algo oscuro, pero creo que no hablaros con claridad sería una falta de respeto hacia vosotros. Son muchos los retos que se nos plantean actualmente a aquellos que tenemos inquietudes humanísticas y que deseamos vivir en un mundo en el que lo que impere sea la dignidad de la persona. Pero, puesto que se me ha pedido brevedad, voy a centrarme en tan solo tres: Nos encontramos en un escenario en el cual la “verdad” es un término confuso e incierto, una quimera que varía según quien juegue con ella, dándole a cada individuo la libertad de defender “su verdad”. No voy a cometer el error de deciros que la verdad es obvia o fácil de dilucidar, implica de voluntad y esfuerzo para encontrarla y de humildad para aceptar que no coincide tal vez con tu visión del mundo. No sería el primer caso de alguien que pregunta “Quid est veritas” y la ignora teniéndola delante suyo. Debemos de tener claro que existe y que no es posesión de nadie, no nos pertenece, simplemente somos conocedores de ella y en consecuencia tenemos la responsabilidad de por lo menos compartirla con los demás, el aceptarla o no ya es decisión de cada uno.

El segundo reto al que nos enfrentamos es a la defensa de la libertad. Puede parecer obvio, ¿Qué clase de ser malévolo, no desea la libertad?, el problema dimana de la comprensión de este concepto. Cervantes puso en labios de Alonso Quijano una definición preciosa de este concepto “La libertad, amigo Sancho, es el don más grande que al hombre dieron los cielos” es un regalo, que no os quepa duda. La libertad implica que una persona puede realizar aquella acción que considere oportuna en cada momento porque no tiene a nadie que responda por él, porque él ostenta su voluntad y la responsabilidad de sus actos.

Hoy y siempre se ha intentado sacar este último aspecto de la definición. El poder actual libremente sin necesidad de preocuparse de las consecuencias o tan siquiera plantearse que puedan existir. Actuar instintivamente, sin meditar, por capricho o conforme a falsas necesidades del momento y para que esto sea posible hay que acallar la conciencia creando una artificiosa y cómoda “normalidad”. Para ello ha sido necesario acallar las voces discordantes mediante la perversión del lenguaje, la limitación del pensamiento a compartimentos estancos enfrentados entre ellos y el elevar a categoría de derecho a cuestiones que atentan contra la dignidad humana. Paradójicamente, el mundo grita y reclama libertad mientras que tienen miedo a obtenerla.

Por último y en relación con las dos cuestiones anteriores habría que hablar de la felicidad. Es un término muy atractivo, se usa en marketing, se promete en periodo electoral, está considerado un derecho en algunos textos jurídicos, es un objetivo anhelado por todos. Y sin embargo, el mundo está lleno de gente triste. Hemos confiado nuestra felicidad a cuestiones superfluas, a objetos temporales. Hemos confundido la felicidad con nuestra propia satisfacción, con el hedonismo, con una dedicación desordenada al Yo. Porque cuando no se busca la verdad y cuando se hace un mal uso de la libertad es muy complicado entender que la felicidad reside en el amor y la entrega a los demás.

Aunque puede parecer lo contrario pretendo animaros con estas palabras. Hay una cita, hasta lo que yo se anónima, que se ha popularizado mucho en algunas redes sociales “Nacimos demasiado tarde para conquistar los mares y demasiado pronto para conquistar el espacio” a esta expresión que llama al romanticismo y a la lamentación yo añadiría lo siguiente “habéis nacido en el momento preciso para cambiar el mundo” y este es un mensaje transversal e intergeneracional para todos los aquí presentes.

Estas jornadas, amigos míos, son un lugar de reflexión libre. Se presenta ante vosotros la oportunidad de crecer internamente, de cuestionar el mundo en el que vivís, de prepararos para el futuro, para devolver la libertad de pensamiento, para romper los falsos dogmas que el propio mundo ha creado pensando que así se libraba de sus cadenas, cuando en realidad era el creador de las mismas.

Os pido, queridos amigos, que aprovechéis este espacio privilegiado para adquirir conciencia de que la defensa de la dignidad humana es la más importante y ardua de las tareas, hagamos de este nuestro compromiso con el mundo. Para ello tenéis aquí a vuestra disposición a gente más que capaz para ayudaros a resolver cualquier duda o inquietud que pueda surgiros y para animaros en esta importante tarea. Y también deciros, con la seguridad de que hablo en nombre de todos, que consideréis estas jornadas vuestro hogar, un lugar al que pertenecéis, al que volver y al que siempre seréis bienvenidos, al menos así las siento yo.

Por último, permitid que despida esta apertura con una cita que otorgue algo de solemnidad. “Que bajo vuestros auspicios se cumpla la sentencia de Petrarca. La razón se alzara en armas contra el furor, y el combate será corto. Pues la verdadera valentía no se ha extinguido aun de nuestros corazones”.

Disfrutad de estas jornadas.

Atras