beadesimagen.jpgSESIÓN 3. RECITAL POÉTICO

Jesús Beades
Recital poético
(Claustro de la Virgen de la Peña. Graus)



Me parece que Beades ha ido haciendo sus poemas desde el principio con seriedad de artista. Para un artista no hay nada circunstancial o de tono menor: su mirada interior y la que dirige a la realidad de fuera es vital. Quiero decir: procura integrar el desenvolverse de la vida propia —sucesos, conocimientos, emociones...— al modo más alto de la verdad y de la belleza. Y de la justicia. La poesía y la vida personal van de la mano —a esta serie-dad me refiero—. Y como Beades posee unas evidentes cualidades —ingenio, facilidad para la versificación y buen oído— y una cultura humanística no pequeña, resulta que sus versos llevan de todo. Todo lo que hace, piensa o lee, la gente, todo lo que ve, acaba en sus poemas. Depurado, naturalmente, que es un poeta que, porque puede, se exige; y como iluminado por una luz de coherencia que lo hace auténtico y, en ocasiones, insolente.

Así, las “pequeñas cosas” de la vida corriente —sus versos se deleitan enumerándolas— no se agotan en ellas mismas y en las muy momentáneas emociones que procuran, sino que se “dicen” y se “viven” desde la perspectiva radical de quien busca ser feliz al poseerlas como parte del mundo: “...has recobrado todo. / Abre los ojos, mira: te pertenece el mundo”. (Tierra firme). Y, al otro lado, las “grandes ideas” —Dios, textos sagrados, altos ideales: los cuatro amores— se han encarnado con la naturalidad que salta, por ejemplo, en el poema “Palabras a la novia”, de Centinelas.

Beades ha hecho y hace poesía religiosa: es un escritor católico —y a estas alturas no vamos a confundir esa poesía con la devocional o catequética. Aunque tampoco creo que los poemas de La ciudad dormida sean sin más equiparables a los de religiosidad problemática, que se mueven frecuentemente en el terreno de las emociones intelectualizadas. Aunque sea sólo en ligero apunte, se podría afirmar que, a este respecto, la poesía de Jesús Beades se nutre de lo formalmente cristiano —fe, ascética, liturgia—, de sus grandes pensadores y del cristianismo que destila la creación literaria de algunos autores que han marcado hitos en el arte del siglo XX, como Chesterton, Tolkien o Lewis. Beades no ha rechazado lo explícitamente religioso a la vez que ha sabido insertarlo con autenticidad existencial y poética en sus versos. Las verdades de fe le han posibilitado experiencias susceptibles de ser expresadas en palabra poética.

(Fragmento del artículo de Fidel Villegas en la revista literaria “Poesía digital”: La carne y el espíritu: La ciudad dormida de Jesús Beades).

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